sábado, 28 de noviembre de 2020

Educación especial y educación inclusiva.

 La nueva ley educativa conocida por ley Celaa ha sido estos últimos días objeto de debate nacional. Han hablado los políticos y los medios y estando atentos a lo que dicen nos damos cuenta que no tienen ni idea del asunto y que únicamente repiten lo que creen que deben decir de acuerdo a su trinchera. Y la educación no es materia de trincheras. Que en España no hayamos sido capaces de eleborar una ley general de educación que dure un par de décadas es un fracaso. No todos tienen la misma responsabilidad en este fracaso, pero en general la clase política no ha estado a la altura en una cuestión tan sensible y tan importante para el futuro del país.

Uno de los asuntos que han suscitado controversia y una pelea entre partidos ha sido el modo de abordar la enseñanza de los niños y niñas que presentan distintos grados de dificualtades para su desarrollo educativo/escolar. Educación especial frente a educación inclusiva. 

La controversia se ha visto agrandada, como siempre y como en caualquier cosa en la Comunidad de Madrid. Normal, teniendo en cuenta la capacidad casi infinita que tiene la presidenta Ayuso para meterse en todos los charcos y últimamente no salir del todo mal de ellos, dada la torpeza inveterada de la izquierda en Madrid acompañada de la torpeza evidente de la ministra de educación. 

Uno de los asuntos que más polémica ha levantado es la educación especial. La ley dice lo siguiente:

Disposición adicional cuarta. Evolución de la escolarización del alumnado con necesidades educativas especiales. Las Administraciones educativas velarán para que las decisiones de escolarización garanticen la respuesta más adecuada a las necesidades específicas de cada alumno o alumna, de acuerdo con el procedimiento que se recoge en el artículo 74 de esta ley. El Gobierno, en colaboración con las Administraciones educativas, desarrollará un plan para que, en el plazo de diez años, de acuerdo con el artículo 24.2.e) de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas y en cumplimiento del cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, los centros ordinarios cuenten con los recursos necesarios para poder atender en las mejores condiciones al alumnado con discapacidad. Las Administraciones educativas continuarán prestando el apoyo necesario a los centros de educación especial para que estos, además de escolarizar a los alumnos y alumnas que requieran una atención muy especializada, desempeñen la función de centros de referencia y apoyo para los centros ordinarios. 

La ley no dice que los centros de educación especial desaparezcan, tampoco dice lo contrario. Es de una ambigüedad palmaria. Y como el debate político no admite los matices unos no paran de afirmar que la ley elimina los centros de especial y otros no paran de pregonar lo contrario. 

Luego está el aprovechamiento que algunos siempre y con importantes dosis de demagogia hacen. Véase.

 https://www.comunidad.madrid/noticias/2020/11/25/diaz-ayuso-respalda-familias-educacion-especial

Los que hemos estado muchos años en el mundo de la educación sabemos que la verdad está siempre en los matices. Los centros de educación especial hacen una labor encomiable, insustituible en muchos casos.

Es evidente que la inclusión es un valor y que debemos aspirar a que la escuela ordinaria atienda al mayor número posible de alumnos. Ya lo hace, solo el 17% de los alumnos con necesidades educativas significativas cursa en la enseñanza especial. Las diferencias autonómicas son muy altas y no se entiende muy bien cuál es la razón. Es decir, más del 80% de los alumnos con dificultades cursan en la enseñanza ordinaria. Los partidarios de llevar todos los niños a la escuela ordinaria aducen lo siguiente:

El sistema educativo español fue denunciado por las organizaciones de personas con discapacidad Solcom y Cermi. El Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU abrió una investigación en enero de 2017. Después de entrevistar a 165 personas, el comité concluyó, en un informe publicado el pasado mes de mayo, que el país “ha perpetuado un patrón estructural de exclusión y segregación educativa discriminatorio, basado en la discapacidad, que afecta en especial a las personas con discapacidad intelectual y psicosocial y a las personas con discapacidad múltiple”.https://elpais.com/sociedad/2018/12/27/actualidad/1545917225_924744.html

La escuela, tal como ahora está establecida, atiende muy mal a los niños que tienen dificultades importantes de aprendizaje, o que tienen grandes problemas conductuales...los centros no están preparados y en muchos casos se da una integración meramente nominal. Los profesores tenemos muchas dificultades para encontrar el hueco en cada clase para atender de la forma adecuada a los alumnos con adaptaciones curriculares. En primaria, estos chicos salen en algunas clases con el profesor PT (apoyo) o con el logopeda y cada día se van separando más de su grupo. Mientras los aprendizajes son muy mecánicos, en los primeros cursos, las diferencias no suelen ser tan evidentes, pero en la medida que la abstracción va apareciendo o el lenguaje va complicándose más, las diferencias llegan a ser muy importantes ¿Logramos integrar a los alumnos con altas dificultades? Creo que en muchos casos no lo hacemos. 

Muchas veces vemos a estos chicos y chicas solos en los patios sin jugar con sus compañeros y no sabemos muy bien qué hacer para que se integren. Podemos organizar algún juego cooperativo, pero la esencia del patio es la autonomía de los alumnos para su esparcimiento, bastante les dirigimos.¿Invitan sus compañeros a los niños con muchas dificultades a sus juegos? ¿A sus cumpleaños? Hay situaciones muy duras para las que la escuela tiene pocas herramientas.

Si la administración quiere pasar todos o casi todos los niños que están en educación especial a la escula ordinaria ya puede empezar a ponerse las pilas, y ponerse las pilas será invertir en profesionales, formar a los profesores...hacer lo que tiene que hacer y no lo que habitualmente ha hecho que es hacer una ley y luego despreocuparse. El diario El País titulaba un artículo del 12 de enero de 2019: El Gobierno está diseñando el traspaso de 35.000 alumnos con discapacidad a las aulas ordinarias.

Si lo quiere hacer debe invertir mucho y cambiar el modelo de atención a la diversidad, si no hace no funcionará.

Los que hemos estado muchos años con la tiza en la mano delante de una pizarra somos escépticos, pero no lo somos porque tenganos una visión conservadora y no nos guste el cambio. Somos escépticos por experiencia. Sabemos que se hace una ley, que el papel lo agunta todo, pero que luego en la escuela no terminamos de ver los recursos. Ni las ratios bajan (lo han hecho un poco por la pandemia) ni se tienen profesores de apoyo, ni personal auxiliar, ni programas adaptados a los chicos con dificultades. Seguimos teniendo un aula con una maestra o maestro al frente un montón de chicos de los cuales un par de ellos tienen muchas dificualtades, las familias de estos chicos lógicamten angustiadas y nada más. Ni apoyos ni programas ni formación. 

Cambiará, no sé, soy escéptico.


 


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